¿Se aproxima una estrategia marcojuarista real o virtual?
Escribe: Luciano Chialvo, Licenciado en Sociologia
El intendente Accastello también juega, de alguna manera, en esta semana clave de fin de año, emitiendo señales en un sistema político que cruje por falta de soluciones estructurales. Destacó, como análisis de opinión, los hechos relevantes de esta semana: la redefinición del P.R.O. local, la aparición de un grupo de concejales con el intendente por el tema de la ficha limpia (con la excepción de tres de ellos) y la inauguración del aeropuerto junto a dos figuras que brindan estabilidad al presidente Milei. En este sentido, esta semana puede interpretarse como el “aterrizaje” político más rimbombante del año en el ámbito local.
Hace 16 meses desarrollé en el escrito El triunfo local se invisibiliza ante la fragmentación y las falsas disputas una idea compleja pero contundente: el triunfo del peronismo dominante era inminente, pero tenía dos opciones estratégicas: recuperar la peronización de 1999 o inclinarse por la marcojuarización de lo político como sociedad estratégica. Esta última puede darse en términos reales, virtuales (aparentes) o híbridos, reutilizando momentos clave, es decir, no de manera continua.
Las pistas están claras ante los desafíos que imponen los libertarios desde el plano nacional al corazón de Juntos por el Cambio (JxC) y Hacemos por Córdoba (HxC), con el temor de que se consolide la estrategia electoral libertaria con sus impactos locales y regionales. El peronismo dominante de la ciudad necesita embrionar un nuevo factor hegemónico para orientar el poder local, ya que las vivencias políticas dadas por el momento no alcanzan por sí solas y las percibidas mediante las operaciones de rumor no perforan. Más que nunca necesita la construcción de un sujeto político y social que proporciona vitalidad a la construcción hegemónica.
Recurrir a la estrategia de marcojuarización de lo político sería lo más predecible, pero enfrenta ciertas restricciones: un año con el techo bajo, internismo institucional, internismo peronista, internismo sectorial e internismo núcleo.
Primer punto: Un año con el techo bajo tras la estrategia económica nacional
Este primer año de gestión ha sido débil, mucho más si se compara con períodos como 2008, 2012, 2016 o 2020. Difícilmente los años venideros mejoren, tanto en lo económico-productivo como en el rol del Estado como partícipe de las relaciones sociales. Además, se anticipan disputas indirectas y directas para las elecciones legislativas de 2025, las locales con la previa en 2026, y las provinciales y nacionales de 2027.
Este año era clave para sentar las bases de una arquitectura pre-sociopolítica que sostuviera una estrategia de poder movimientista, verticalista, con proyección de cuadros complementarios y un discurso socio-histórico de cara al futuro. Sin embargo, no se ha reinventado el sistema de valores e ideas ni nuevas prácticas culturales de lo político. En su lugar, se distribuye una forma de hablar, vestir, reunirse y exponerse ante la publicidad política del consenso.
La mística de SOMOS se ha perdido, y las líneas internas muestran fracturas entre heterodoxos, moderados y neo-ortodoxos que aspiran a la intendencia en 2027 dentro del espacio accastellista. A esto se suma un “impuestazo” que pesa cada vez más, escasa obra pública (a lo que el villamariense no está acostumbrado), cesantías laborales, una transición de gobierno truncada y un presupuesto muy débil comparado con años anteriores, especialmente desde 2007. Estas deficiencias, tarde o temprano, impactan en el sistema de poder.
Segundo punto: Internismo institucional impuesto por la estrategia provincialista de ambigüedad táctica
Gran parte del año, Gill, Accastello y Capitani han formado parte de un proyecto provincial en diferentes contextos institucionales. Esto evidencia una jugada provincial de Llaryora para profundizar el control pendular de la política local, ya que la política doméstica de Villa María siempre ha sido incómoda para el poder cordobés.
El electorado no es ingenuo y percibe el pragmatismo excesivo: en la ciudad se es una cosa, en la provincia otra, y en la nación, por las dudas, no se habla. Este enroque, pocas veces visto en la historia política local, se dio tras una campaña en la que el segundo lugar fue adquirido por el gobierno provincial en el staff político. Esto fue seguido de una “emergencia económica” que, en meses, mostró superávit fiscal, mientras los comedores y merenderos seguían reclamando alimentos no perecederos.
Estas contradicciones limitan la posibilidad de expandir una hegemonía, ya que los afectados, marginados y heridos también juegan en el ajedrez político. En este contexto, el más beneficiado parece ser Capitani, quien se posiciona como figura clave dentro de una estrategia marcojuarista provincialista, en un lugar clave como es la cartera de turismo.
Tercer punto: Guerra fría en la interna peronista
La herencia de crisis partidarias no resueltas desde 2007 (Costa), 2011 (Bedano) y 2015 (Gill) sigue pesando. Esto quedó demostrado en el festejo del primer triunfo del peronismo local en 1998-1999, marcado por la ausencia de varios cuadros y dirigentes que formaron parte de esa gesta. Es importante detallar en este caso, el modelo político de la ciudad vecina ya que mostró sus límites cuando Graglia no pudo contener las disputas internas y externas del peronismo periférico, capitalizadas por un fenómeno opositor que aprovechó las debilidades de su adversario.
El gobierno provincial es consciente de que el techo político está bajo, y que la estructura accastellista ya no tiene la fuerza ni la energía de hace 20 años y mucho menos el respaldo de la obra pública que fortaleció su caudal político en el pasado. No obstante, sería ingenuo afirmar que la interna peronista terminará ya que no la metáfora “la sangre llegue al río” quiere decir que si cae uno caen todos.
Pero en la realidad práctica de continuar tensando sería provocar a dos concejales gillistas para que rompan el bloque y empujen a profundizar el acuerdo entre concejales no peronista con el peronismo dominante para adelantar la estrategia parlamentaria marcojuarista en su estado real en el marco de garantías de estabilidad. Y mucho menos poner en jaque a un cuadro alternativo dentro del accastelismo como es el presidente del concejo deliberante, quien tendría que mediar en relaciones conflictivas en donde cualquier traspié buscaría la oposición estar en el orden de sucesiones. Este es uno de los posibles escenarios que puede surgir, que siempre termina beneficiando a quienes nunca pueden por los votos ganar las elecciones locales.
Como así también nunca nadie termina de morir en lo político siempre de alguna manera juega en la superficie o en lo subterráneo. Los únicos favorecidos del internismo peronista local es el poder cordobés con sede en el panal ya que tienen temor a los cuadros villamariense cualquiera sea su mundo social. Aunque parece que algo se resuelve, la realidad es que las tensiones continúan pero se privatizan en el ámbito de la opinión pública.
La guerra fría entre los dirigentes peronista lo único que logrará es reordenar las fuerzas del suprimido a uno caudal peronista no dominante. En este caso Sosa puede capitalizar el nuevo relato si es capaz de articular los espacios periféricos, marginales y posiblemente heridos.
Cuarto punto: Inconformidades del marcojuarismo político
La línea de conducción del peronismo municipal son demasiados peronistas y sus militancia la han realizado siempre en lógicas vinculadas al peronismo tanto nacional y provincial. Por lo cual le resulta muy difícil acceder a esta estrategia por efecto sectorial, pero también por el internismo institucional y peronista. Más allá que amerite el contexto electoral por la avanzada libertaria el poder local no logra conformarse con dicha estratégica en términos reales pero sí posiblemente virtuales utilizando en momentos claves.
A pesar de las consecuencias que puede traer reemplazar la identidad política tradicional por una estrategia de poder coyuntural, está condicionado por tres tipos de sociedades políticas que no logran amalgamar estratégicamente: Milei-Macri, Llaryora-Schiaretti, y la otra es la relación Estado Nacional/Milei. La primera no viene al caso explayarse pero en Córdoba JxC necesita una reactualización de su estrategia porque en estas elecciones no podrá renovar la misma cantidad de diputados como lo hizo hace cuatros años pero sí enriquecer desde el entrismo otros movimientos emergentes como la libertaria y subyacente al cordobesista.
En el ámbito provincial, el schiarettismo reconoce las debilidades de gestión del gobernador Llaryora, pero también su audacia política. Sin embargo, los cuadros schiaretistas carecen de la capacidad para dar un contrapeso efectivo, tanto en la capital como en la legislatura; imaginense que lo más político que hicieron fue un acuerdo en el senado con el polémico Kueider. Ante este panorama, Schiaretti parece inclinarse por la marcojuarización de sus listas pero con una atomización de fuerzas políticas opositoras similar a las intermedias del 2013. De lo contrario no jugará, ya está veterano y perder sería descapitalizarse de cara al ‘27.
Por su parte, Accastello, es consciente de estas debilidades tanto del gobernador como del ex gobernador como así también de cómo la centro derecha argentina una vez más se redefine posdictadura. Pero también reconoce que el estado nacional tiene más de 140 años y difícilmente pueda ser Milei el real topo para la definitiva anarquía estatal en favor de los mercados. Si puede modificar ciertas rutinas de la vida democrática que ciertos actores tradicionales estaban dispuestos a convivir de forma consciente o inconsciente. En este caso el mandatario municipal necesita apropiarse de las nuevas narrativas pluralistas y vanguardistas vinculadas al sector privado; todo lo opuesto lo que fue su cúspide hegemónica durante las primeras intendencias, pero que más allá venga del ministerio de producción del gobernador Schiaretti, el sector privado siempre va creer en su propio esfuerzo.
No es casual ni tampoco inocente la foto con Sturzenegger y Scioli para emitir señales de infraestructura y productividad pero a la vez desde la periodización enviar significado al juego cordobés 2025 con fuerte hincapié al escenario local. Pero si vamos más allá de la periodización aparecen las contradicciones que se quieren eclipsar, ya que el aeropuerto fue un icono de la gestión kirchnerista y por si pareciera poco solo beneficiará a un grupo selecto de ciudadanos. Una cosa es la perspectiva de la política desde la periodicidad y la otra es olvidar que somos organismo político socialmente constituido.
Es así, al actual intendente intenta inscribirse en este ámbito de sociedad estratégica pero le resulta inconforme ya que no pueden andar incomodando al status quo cordobés si la lleva a su estado real por omisión o acción, mucho menos si Schiaretti no se presenta. Si logró frenar a un cuadro que venía construyendo poder desde la multisectorialidad y posicionamiento pluri territoriales como a Bovo al incorporarlo a su gobierno, pero no quiere decir que este haya perdido su libertad táctica del proto-marcojuarismo que promovió.
Por lo cual el accastelismo cupular en la estrategia pluri partidaria y multi sectorial que necesita se desinfla a medio camino y posiblemente promocione una forma de hacer política que otros actores capitalizaran mejor, ya que no todos pueden ser incorporados y se profundiza el vacío de poder. Pero a su vez jamás encontraría la alta expresión porque el ciudadano villamariense no votante del peronismo está negado con su figura en cuanto a este rol. En este caso quienes pueden acumular gran apoyo son Capitani y Sosa, ya que sus bases tienen acentuada inscripción en esta esfera.
Quinto punto: problema núcleo vacío de poder o desvío estratégico
Recuerdo que el intendente desde el 2013-2015 estos dos problemas nucleo lo contuvo a la perfección todo en el marco de su liderazgo como futuro candidato a gobernador, el verticalismo imperaba y solo florencia algunos nombres pero de manera muy forzada como Scamilla y Carignano a suplantarlo. Sin dejar de lado, de no desviarse de la estrategia de poder provincial sin perder diálogo con el gobernador De la Sota y acumulando trabajo comunitario, productivo y progresista vinculado al gobierno nacional que proliferan en nuestra Córdoba.
Hoy se puede decir que 10 años después la situación no es la misma, aparece un estado nacional que se retira ocasionando a los gobiernos locales débiles situaciones por la economía, la estrategia provincialista proporciona la ambigüedad táctica de control pendular, no hay indicio de un pacto para cerrar la guerra fría de la interna peronista y la opción que aparece más cercana para la apertura embrionaria hegemónica genera inconformidades ya que alguno jugadores tienen esencia en esta esfera como Bovo, Capitani y Sosa, cada uno con su particularidades.
Por si pareciera poco, varios dentro del peronismo dominante ya se anotan en la carrera del orden de sucesiones en donde parece que no hay un semáforo. Logrando similitudes con el final de gestión de Cabeza y de Gill. Vale aclarar, que todo está contextualizado con la crisis de los oficialismos y los efectos sorpresa que abundó en la ciudad vecina como así también cuestiones que si no las solucionan con organicidad política tarde o temprano se resuelven en el dramatismo y la tragedia política tan acostumbrado nos tiene la política villamariense.
Este escenario crea un cóctel perfecto para una avanzada contrahegemónica, tanto desde dentro como desde fuera del peronismo dominante. Un liderazgo que aglutine el aburrimiento del electorado diseñando una estrategia implícita “por dentro” y explícita “por fuera o dentro”. De esta manera, organizando las contradicciones tras el “vacío de poder” que ofrece el exceso consenso y el “desvío estratégico” que está atravesando el poder municipal. Ya que no puede avanzar en una nueva cruzada peronista como fue la de 1999 ni tampoco puede avanzar en el marcojuarismo político como alta expresión.
En conclusión, el nuevo sujeto político y social debe reconocer que la política es una calesita y todo te vuelve sino lo resolves con organicidad política, pero también que la metáfora divide y reinará se llevará a cabo en el 2027, esta puede ser una fortaleza y debilidad al mismo tiempo. Pero el centro gravitacional de poder estará en el seno de no ser parte de un escaso debate de ideas e intercambios de proyectos de la ciudad que se viene y no confundir la proyección con la exposición.
Aquellos que no puedan disociarse del “discurso único” terminarán siendo percibidos como duplicados o falsas copias. En este caso interpreto que Sosa ya tomó la posta desde la profundización estratégica de su concejalía y Capitani desde un respiro táctico desde la situación institucional. Mientras tanto otros actores limitados pero que juegan de forma indirecta o directa: son Gill con su retiro táctico, el gilismo con su equilibrio estratégico, Bovo con su entrismo, y la U.C.R. si logran aprovechar el espíritu radical de la ciudad.
Foto: Gentileza Villa María VIVO